Pausas
Llueven horas, entre las rendijas de mis lágrimas,
se escurren los días, como agua entre los dedos,
y entre ese mar de tiempo diluyéndose,
me muevo impaciente.
Quiero saber más de lo que supe nunca,
pero libro alguno que enseñe vivir,
encontré aún.
Quiero jugar, niño para siempre eso aspiro,
pero el mundo me grita que no es posible
y que, esmerarme por vivir como adulto
es hoy lo mio.
Quiero alejarme del denominador común,
porque no quiero ser sumando, ni multiplicador
yo quiero ser divisor, de las aguas
de ese mar de excusas, de ese mar de dudas
quiero abrir la exclusa, para que salga todo pa afuera,
pero ¿sabes que pasa?
Pasa que me encuentro
enmudecido, callado, distante, apagado.
Me encuentro des-encontrado,
perdido en una maraña de muchos nadas,
náufrago en un mar en calma, buscando llegar a la tormenta
porque la tormenta es energía,
es emoción,
y la calma la nada solo es... eso, nada.
¿Dónde soplan esos vientos bravíos?
¿Dónde se hunden esos navíos?
¿Dónde templó su semblante, ese viejo marino?
Ironía, paradoja, tengo miedo de la pausa,
pero no reanudo el andar,
tengo miedo de no hacer nada,
pero no hago nada, y quema.
Quema el paso del agua escurrida en mis dedos
quema el hielo, quema como un sol,
y el sol no calienta se siente frio,
el sur esta al norte, el norte, perdido.
Porque el niño de siempre, debe ser adulto,
pero quiere como siempre ser un niño.
A donde va lo que no se escapa,
donde queda lo que sigue estando ahí,
que es moverse, si todo está quieto.
Y lo que parecía ir siempre en movimiento,
permanece en realidad siempre así,
inmóvil.