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Reflejos


Vos te pusiste a pensar que es lo que pasa con esos caminos que no tomaste? - Me preguntó mirándome a través de nuestros reflejos en el espejo.

Digo, ¿a donde van las curvas cerradas que elegimos no tomar? O sea no me malinterpretes, no es que me

arrepienta de nada, porque todo eso, todos esos pasos firmes y en falso, que dí, me trajeron a ti.

Pero, y si me diera curiosidad, esos que no dí?

Y si quisiera volver el tiempo atrás porque, porque por muchas razones...

Lo pasado está pasado... si ya se, pero mira, antes, cuando éramos niños todo era mucho mas simple.

Todo era más grande, y a su vez, más pasajero.

El dolor de un raspón en la rodilla, parecía lo peor que te podía pasar en ese momento, y se sentía como si estuvieras de frente con la muerte y esta quisiera llevarte.

Ahí mismo, vos en el piso, la rodilla sangrando por el corte, tu bicicleta con la rueda torcida, y el miedo, ah!

El miedo tremendo, que se mezclaba entre miedo a morirte porque, claro, alguien te había dicho cuando te habías lastimado la vez pasada, que se te iban a salir las tripas.

Entonces te daba miedo aunque ni sabías lo que eran las tripas.

Después te daba miedo que tus viejos te cagaran a nacos por romper la bici. Nadie quería hacer enojar a papá.

El era tan bueno cuando no estaba enojado. Y mamá lloraba, y vos tenías miedo.

Y estabas ahí, con todo ese miedo, en el piso y la bici, que era tu bici, y bueno. Pero, al rato pasaba algo, no se, te invitaban a jugar a la pelota, o venía el amigo Diego, a jugar a Samurái X, o lo que sea que jugaran esa tarde.

Adiós el miedo, o sea, el resto era concentración plena y diversión que se pintaba de felicidad.

Todo era más simple, las emociones venían de a una.

Dolor.

Frio.

Calor.

Miedo.

Alegría.

Tristeza.

Las risas,

los llantos.

Todo venía separado y bien marcado. Cuando sentías, sentías y pa buena.

No había medias tintas.

Pero... algo pasó...

Creciste...

Crecimos...

Nos perdimos por ahí.

Ahora las emociones son complicadas, la madeja de cosas que querés hacer, lo que sentís, lo que querés decir. No siempre se condice, además si en el mejor de los casos se condice, quien dice que puedas decirlo porque a veces, (y esto se aprende solo cuando creces, y porque lo hiciste, y lo sufriste), lo que uno dice puede hacer al otro triste.

Vos querés querer con toda tu capacidad y zas! El miedo... ¿que tiene que andar haciendo el miedo ahí, metido en vos, si vos estas queriendo?

Querés divertirte y zas! Los nervios. ¿A quien se le ocurre divertirse y sentirse nervioso?

Decime, ¿que tiene que ver una cosa con la otra Federico?

¿Vos sabes? Porque yo no tengo idea loco.

O sea porque además ni siquiera sabes que querés, eso es lo peor, mira fijate, estas ahí rodeado de magia y querés tocar tierra, estas tocando tierra y buscas magia.

Si, si, ya se que el equilibrio, pero, antes el equilibrio eran patrañas.

¿Te acordás como volábamos perdidos entre rap y emuladores de gameboy advance?

Ja! y cuando saltábamos del techo, eso era vida, andar trepado a los techos saltando arboles, uno se creía que podía volar y era capaz de todo.

Pero no. Ahora te trepas dos metros a un árbol 2 malditos metros, y ya te haces de nervios pensando en quebrarte una pata.

¿Y si quiero quebrarme la pata?

¿Y si quiero experimentar la caída?

¿Por que viene el miedo a romper las bolas?

Porque así hay muchas cosas, igual, creo que de chico también había un poco de ese miedo, digo, cuando estábamos solos jugábamos a cosas que con gente delante no jugábamos.

Que lindo cuando personificamos alguien de alguna peli, o nos poniamos a bailar a lo Travolta, si nos hubieran visto.

¿Vos te acordás lo que era poner algo de Michael Jackson?

O cuando sonaba el himno de peñarol, llorabas como una nena.

Aunque bueno ahora parece que por suerte llorar también es de nenes, pero en esos tiempos llorar era de nena y vos llorabas como una nena.

Era lindo llorar como una nena, era lindo jugar a ser nena también.

Cuando nos poníamos los tacos de mamá.

Qué vergüenza, menos mal que nadie malinterpretó nada, aunque en ese momento no pensabas nada de eso, ahora con los años. Claro! Los años, pensás ¡que miedo!

Que miedo tenías de ser puto si, pero bueno, al final somos bastante más machito de lo que esperábamos.

Una lastima, al menos ahora en este mar de emociones encontradas algunas son bien certeras, como saber que fuimos raritos y eso nos encanta, y saber también que es lindo poder jugar a ser nena, o nene, o lo que sea que elijas jugar, sin dejarse llevar por los miedos, y mucho menos por lo que digan los demás.

Bendito miedo, ¿te acordás la primera vez que entraste a una ronda de freestyle?

Expresarse. Y que te escucharan! Épico.

Aunque eras malísimo, ese coraje se ha perdido, ahora te da miedo el qué dirán, aunque siempre dijiste que no, o sea, te da miedo y no.

Te chupa todo un huevo, y te afecta a la vez.

Como si quisieras dejar todas las máscaras pero tenés miedo de que los personajes que creaste para los demás, se caigan, y no se. ¿Que vean lo que sos de verdad y no les guste?

Sin dudas es todo muy raro ahora, porque hasta el amor es cosa de mandinga.

Mirá que fácil que era antes: me gustas, ¿querés ser mi novia?.

Claro que no había todo eso de amar sin poseer y todo eso, una novia era una compañía para jugar y siempre estaba ahí.

Pero ahora querés amar, o sea no completarte tipo película disney o comedia romántica de hollywood, pero querés amar, agarrarte a una persona y arrancar tus emociones una por una y dejárselas en bandeja de plata para que haga lo que quiera con ellas, mostrar tus más profundos tesoros, esos que se guardan bajo 6 llaves en el infinito laberinto de tu consciencia.

Y sin embargo, tú, una persona tan elocuente, sagaz, no sos capaz de expresarte.

O sea, podés si, pero escondido entre los vericuetos de tus poemas, no con claridad, diciendo:

Bo, te quiero.

O: Bo, quiero esto con vos.

O: ¿BO QUIERO QUERERTE ME DEJAS?.

¿Qué tan difícil es decir eso cabeza?

Me rio y me da pena.

Mirá si estarán raras las cosas que hasta yo tengo emociones dobles.

El miedo a perder, pero, si no vas por el camino no te arriesgas a ganar. Si, si, entiendo que se puede perder todo, pero, amigo, la vida... eso es la vida misma, ¿o no?

Siempre estamos perdiendo cosas, porque nacemos como un diamante en bruto y tenemos que limar todas nuestras asperezas, ¿si no como mierda vamos a mostrar nuestra real naturaleza?

La vida nos esculpe, y aunque rara, como dice el chojin 'esculpir es quitar lo que sobra a la fuerza'

Pero bueno sigo en la misma linea, no entiendo como esas emociones dobles te dominan, que carajos, si sabes que quieres con quien y cómo, ¿por qué te quedas en el miedo y la pasividad triste y gris de 'que sea lo que tenga que ser'? a ver hombre, ¿que es eso de dejarse llevar por los hilos del destino?.

Has cambiado eso es clarísimo, pero no está en tu esencia el ser pasivo ante lo que venga, hasta ahora todo ha sido ir pa lante, a pelearla.

¿Que? ¿Cansado?

Y bueno, o ¿qué te olvidas que de eso se trata.

De que nos cansemos y larguemos todo? todo alrededor

quiere que nos cansemos, que bajemos los brazos, y juguemos a la misma de siempre: 44 semanales, salida los sábados a la noche, domingo aburrido quejándose de lo malo que es, y de nuevo a empezar.

Yo no quiero eso, quiero caminar ver el mundo, quiero correr jugar, quiero reír, llorar, pero quiero hacerlo una emoción a la vez botija.

Esto de andar corriendo pa todos lados a la vez me tiene podrido, onda, elige un lugar y corre hasta que te hagas moco contra algo, pero anda, porque si no ni gracia, pa eso vamos a dormir a ver mañana que pasa...

Por lo pronto te propongo algo, dejemos de buscar tan fervientemente el equilibrio, y juguemos a rompernos en cada emoción como si volviéramos a ser niños por completo, y que ese equilibrio, si es tan importante, que venga y aparezca solo.

¿O sea quien se cree que es para dominar nuestra conciencia?

¿Vamos a jugar entonces, o te vas a quedar siempre como un viejo amargo sin saber decidir que hacer por pensar demasiado?

Y pasmado, con cara de sorpresa ante tal recriminación, lo miré, con su facha de nene de 8 años, ese pelo corte hongo, sus brazos en jarra, y la mirada pícara que siempre supe tener en fotos, ahí estaba ese niño molesto que siempre tenía una palabra para todo, recriminándome por olvidar demasiado ser un poco más como él.

Y yo, entre dientes tratando de ganarle al miedo y los nervios le respondí firme:

No sé Fede, no sé.

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