Sus Ojos
Sus ojos, son musa.
Sus ojos, son calor.
Son el fuego de su yo interior,
la fuerza de esa mujer que lucha,
la estética bella,
que en sus fotografías muestra.
Son la muestra del brillo
de esa alegre niña,
que conmigo
un rato escapó.
Sus ojos son esa mezcla extraña,
de la brisa fría, con el sol
del mediodía en la montaña.
Sus ojos son intelecto, curiosidad.
Mirar por una cerradura,
buscando saber todo lo que hay detrás.
Sus ojos brillan,
porque ella no busca ser pura,
tampoco en seguir modas se apaña.
Y eso me hace quererla,
por saberla buscándose real.
Sus ojos son intensos.
El fulgor de su mirada,
compite en belleza,
con el brillo blanco
de las estrellas,
contrastadas al inmenso negro
del cielo nocturno de montaña.
Sus ojos, ¿quién lo diría?
atraviesan tu ser,
con la fuerza de una centella.
Porque sus ojos, son dos luciérnagas
danzando al son de su alegría.
Esa misma alegria, que ella contagia.
Mirándola, escapé de la pútrida ciénaga,
que es el mundo de los hombres.
Y por unos instantes, aunque sin alas
igual volé. Porque,
sus ojos son el fervor
de compartir con amigos una comida.
Y su sonrisa, que decir de su sonrisa!
La primera vez que la vi sonreír,
fue como asistir al mas bello amanecer.
O intentar ver directo al sol,
esos días de verano
que el calor abrasa.
Escucharla reír, verla andar,
tenerla cerca,
fué para mi, más embriagante
que el mejor vino del Valhalla.
Y a su partida sentí que,
esa misma alegria,
un poquito se me apagaba.
¿Cuan cruel puede ser el destino
que los más dulces vinos
te enseña,
sólo para después quitártelos,
y que la sed te enloquezca?
No es el amor de mi vida,
ni mucho menos,
es verdad.
Pero su presencia
pudo por un rato,
arrancarme del veneno
maldito, que siempre está conmigo,
y se llama soledad.
Y aunque como caminante
que soy, caminando sigo.
Solo le pido al universo,
que otra vez tuerza el destino
y así otra vez
poder ver esos ojos negros,
y sentir de su sonrisa el fuego,
mientras comparte conmigo
otro trayecto, de esto
que llamo el camino.